jueves, 27 de agosto de 2015

¿Qué puedes hacer tú por la psicología?


Todavía hoy en día es demasiado habitual encontrarse con gente que no entiende (o no quiere entender) cuál es la función de un psicólogo. Por entender, en realidad mucha gente ni siquiera comprende qué es un psicólogo realmente, mirándonos con una mezcla de respeto (se dice que tenemos poderes psíquicos), curiosidad e incredulidad. Otros hay que conocen de oídas lo que hacemos, que somos terapeutas, hablamos de fases anales y utilizamos divanes, pero poco más allá. Hay incluso un nivel superior en la escala de conocimiento, y son aquellos que, conociendo lo que hacemos los psicólogos, le restan importancia o lo convierten en trivialidades ensombrecidas por lo que sí realizan otras grandes profesiones. Estos merecerán en su momento una entrada aparte.

Pero hay algo todavía peor, un nivel de ignorancia todavía más preocupante, que en realidad es en muchas ocasiones el menos abordado, como si de un tema tabú se tratase, y que representa a su vez el más preocupante de todos: los psicólogos que no saben qué hace un psicólogo.

Que levante la mano quien cree que un psicólogo es exactamente así.



Los psicólogos nos enfrentamos a un mundo totalmente adverso hacia las cosas que no conoce, y nuestra profesión es, tristemente, poco conocida. Además, lo poco que se conoce suele ser bastante escaso y bastante malo. Y sinceramente, creo que los propios psicólogos tenemos mucho que ver con esa situación. ¿Por qué? Bueno, he tenido ocasión de conocer a muchos psicólogos, tanto dentro como una vez concluida la carrera. No hablo de psicólogos generalistas (algo que quizá somos todos recién terminados la carrera), sino a psicólogos de recursos humanos, sanitarios, dedicados a la criminología, metodólogos, neuropsicólogos, etólogos, etc. Bien. Todo esto que he nombrado requiere una preparación, un entrenamiento previo. ¿Si padecieses una depresión, te pondrías en manos de cualquiera? ¿Si el clima laboral de tu empresa no es bueno, recurrirías al primero que dice ser psicólogo? ¿Y si diriges una organización que trata con menores en riesgo de exclusión social?

La cuestión, en realidad, se trata precisamente de que en muchas ocasiones, veo a demasiados psicólogos que no parecen entender qué están haciendo, qué están preparados para hacer. Por poner un ejemplo, conozco el caso de una clínica de psicología que oferta multitud de servicios, como si de un mercado de tratamientos se tratase. Pero entre todos los servicios que ofertaba (que créeme, eran muchos más que muchísimos) hubo uno que me llamó especialmente la atención.

Tratamiento de problemas con psicopatías.


¿Cómo se trata una psicopatía?

No, en serio. Yo tengo dos máster, he leído muchísimo sobre el tema, me he formado a través de cursos, y todavía sería incapaz de plantearme que una psicopatía pueda ser tratable. De hecho, la psicopatía, según los expertos (Vicente Garrido tendría mucho que decir aquí) ni siquiera es considerada un trastorno “reversible” de la personalidad, sino más bien un rasgo o faceta propia de la personalidad, con lo cual no tendría ningún sentido intentar tratarla. Y por si fuera poco, la gente de la clínica no tenía ninguna formación en criminología, o en tratamientos especializados. Es como si a un ingeniero recién licenciado le dijésemos “bueno, aquí tienes tu despacho. Ahora, a diseñar reactores”.

¿Cómo podemos esperar que se nos respete si tratamos de pasar por profesionales todoterreno que todo lo saben y todo lo arreglan?

Luego hay, por supuesto, otros temas que desembocan en una actitud desconfiada hacia nuestra disciplina, como la insidiosa pregunta de si la psicología es o no es una ciencia. Vamos a acudir a la RAE a ver qué nos dice ella sobre qué es una ciencia:

“Conjunto de conocimientos obtenidos mediante la observación y el razonamiento, sistemáticamente estructurados y de los que se deducen principios y leyes generales”.

Aquí lo tenemos: ni más ni menos. ¿Está englobada la psicología ahí? Depende. Efectivamente, los conocimientos de la misma se obtienen en base al método científico, por lo cual podríamos entenderla como una ciencia (humana o social, que no exacta). Sin embargo, ¿Están realmente contrastadas todas las terapias psicológicas? La respuesta sería un “bueeeeno…”. Y ahí está el gran debate. Hay demasiadas terapias poco contrastadas que, sin embargo, resultan muy famosas entre la población. Sin ir más lejos, la teatroterapia o la musicoterapia no están totalmente verificadas como terapias realmente funcionales. Por supuesto, siempre puede saltarme algún partidario de estos métodos y decirme que conoce a alguien a quien le funcionó. Mi respuesta: hasta un reloj sin cuerda acierta con la hora dos veces al día. Yo no digo que puedan ser terapias útiles o no, eso lo desconozco, pero lo que sí que puedo decir es que no están contrastadas. Si utilizamos técnicas no contrastadas, no podemos dejar que se nos llene la boca defendiendo la psicología como una ciencia, porque NOSOTROS la estaremos convirtiendo en una pseudociencia.

Pero eh, luego nos chivaremos a la profe cuando nos llamen chamanes.

Aquí un psicólogo practicando la telepatía antes de una clase de
defensa contra las artes oscuras.


Esto, querido lector, son algunos ejemplos de cómo precisamente los psicólogos son, en muchos casos, los que realmente lastran el reconocimiento que la psicología necesita.

Cuando entramos a la carrera, siempre aparece el típico profesor que nos recuerda “algunos estáis aquí porque queréis entenderos, porque os preguntáis qué puede hacer la psicología por vosotros”. Por supuesto, un gran número de personas piensan mentalmente “vaya, me ha calado”, porque realmente esta es una de las motivaciones más comunes por las cuales uno entra a la carrera, y probablemente es de las más absurdas. Pero pensando precisamente en eso, yo desde aquí me quiero permitir cambiar el enfoque de la pregunta. Dejemos de preguntarnos qué puede hacer la psicología por nosotros. ¿Qué podemos hacer nosotros por la psicología? ¿Qué puedes hacer tú por la psicología?

Aquí va mi propuesta sobre lo que creo que todos podemos hacer para mejorar el tratamiento de la psicología. Creo que si realmente nos asegurásemos de cumplirlos todos, realmente estaríamos en condiciones de exigir respeto. Al menos, yo creo que el respeto uno debe ganárselo en base a sus actuaciones, y no exigirlo como si de un derecho inalterable se tratase.

  • Lee mucho. Y no solo las últimas investigaciones, sino también libros de texto, novelas, monográficos o, sencillamente, noticias sobre la psicología. La lectura nos permite conocer otras historias, otras realidades distintas a la nuestra, y esto es, querido amigo, esencial en el día a día de un psicólogo.

  • Sigue formándote. Uno nunca debería dejar de estudiar y aprender a lo largo de su vida. Trata de estar al día sobre la utilidad de las nuevas y las viejas terapias, así como de otros avances que se den en tu campo. Cuando no sepas como aplicar la psicología a un campo concreto, no te lances sin pensarlo: muchas veces están en juego demasiadas cosas. Trata al menos de tener las nociones básicas para asegurarte de no meter la pata. O al menos, de no intentar tratar una psicopatía. Lo cual, por cierto, me lleva a mi siguiente punto…

  • No sabes nada, Jon Nieve. Todavía recuerdo cuando un profesor de la facultad nos contó la anécdota de “aquella vez que intentó explicarle a una mujer como criar a su niño”. Esta, sonriente tras escuchar a mi profesor, sonrió y le preguntó: “¿No tiene usted hijos, verdad?”. Y efectivamente, no los tenía. Desde ese día, ese profesor se aseguró de escuchar y aprender más de todos aquellos temas que no conocía, y de no pensar que por ser psicólogo sabía más que nadie o daba los mejores consejos. Tenlo en cuenta: no podemos pedir que alguien escuche lo que decimos sin antes escucharle a él. Cuando creas saber algo, siempre habrá alguien que te sorprenda.

  • Investiga. Creo que esto debería ser básico para todas las carreras, pero para la psicología más si cabe. Antes de entrar a debatir si es una ciencia o no, tienes que saber qué implica estudiar una ciencia. Tienes que saber estadística, metodología, plantear y comprobar hipótesis y, en general, una miríada de cosas que solo aprenderás cuando trates de realizar una investigación. Creo que esto nos permitirá hablar de la psicología como ciencia con conocimiento de causa. Y por supuesto., no creas que por ser una ciencia, la psicología es infalible. El método científico es, como su nombre indica, una metodología, un sistema de comprobación de hipótesis que no asegura ningún resultado. Pero al no tratarse de una ciencia exacta, siempre hay margen de error. De ti depende tratar de corregir ese error y mejorar el corpus de conocimiento de la psicología, o hacer como que no existe.

  • Ten sentido del humor. Nuevamente creo que esto es algo que cualquier profesional debería de tener. Esto no implica que tengas que reírte en la cara de un paciente, pero creo que las críticas pueden aceptarse correspondiéndolas con buen humor. Si un compañero físico o biólogo se ríe de la psicología por “no ser una ciencia”, te llama “estudiante de letras”, o te encuentras a alguna persona que te asegura que “no cree” en la psicología, no entres en cólera (salvo con los matemáticos. Esos se lo merecen todo). Respira hondo. Busca algún comentario ingenioso. Trata de recordar cómo se escriben nombres tan graciosos como Freud o Wundt. Las pataletas que he visto tener a algunos compañeros no ayudan a que se nos vea como auténticos profesionales. Además, aproximadamente el 50% de la población sufre o sufrirá algún trastorno mental a lo largo de su vida. Ya llegará el momento de recordarles nuestros honorarios mientras se recuestan en un diván.

  • Las creencias no deben chocar con lo científico. Esto personalmente me ha costado aprenderlo mucho, pero creo que es algo tremendamente importante. Pongo un ejemplo para ilustrarlo: si una persona cree en Dios y se refugia en su creencia hacia él para hacer frente a una pérdida o enfermedad, esto no es malo, pese a que no sea científico. Arrebatar las creencias a las personas solo es lícito cuando esas creencias las están destruyendo a ellas o a la gente de su alrededor. Por tanto, no olvides que si bien las terapias, tu formación y tu orientación deben ser científicas en todo momento, lo que para unos es inútil puede ser realmente un clavo al que aferrarse para otros. Piénsalo mucho antes de dejarles sin él.

  • Defiende tu profesión, pero respeta las demás. No hay mucho que decir sobre esta. Defender no implica atacar a otro. No se trata de conseguir posicionar nuestra disciplina a base de empujar a las demás y colocarnos sobre ellas. Tampoco se trata, como muchos creen, de solucionar un problema con palabras en lugar de con pastillas (si eres psicólogo, sabrás a qué me refiero). Todo tiene su lugar. Sobre todo, a la hora de ayudar a las personas.

  • El código deontológico está ahí para cumplirlo. Tampoco hay mucho que decir sobre esta, aunque sí que quiero transmitirte un consejo: si no estás seguro de si lo que estás haciendo es lícito, moral o legal, una llamada al Colegio Oficial de Psicólogos a tiempo puede ser de gran ayuda.  

  • Por último, disfruta con lo que haces. De nada sirve todo lo que te he dicho si realmente no sientes pasión por tu carrera, por tu disciplina y por el campo de conocimientos que forman la psicología. No tenemos nada que envidiar a los ingenieros, pues nuestro es el cometido de entender la máquina más perfecta y compleja que existe en la naturaleza: la mente humana. Si todos los días de tu vida te levantas pensando “vaya, otro día más al despacho” (o donde sea que trabajes), ¿Cómo vas a conseguir motivar a otros individuos? Tú eres el primero que debe sentirse feliz con lo que está haciendo. Los consejos que le darías a un paciente/cliente, no dudes en aplicártelos a ti mismo. Y quizá en ese momento en el que realmente creas en lo que estás haciendo, y lo respetes y aprecies a partes iguales, seas capaz de defender ante cualquier persona la importancia que la psicología tiene, en qué consiste y cómo puede ayudar a otros.


Y mientras tanto, sigue preguntándote: ¿Qué puedes hacer tú por la psicología? 






P.D: acabo de inaugurar en Facebook la página de “El Diario de Watson”, en la cual colgaré los enlaces a todas las nuevas entradas que siga publicando. Además, en esa misma página colgaré muchos contenidos que, por su longitud o temática, posiblemente no cuelgue aquí (no voy a escribir una nueva entrada cada vez que quiera compartir algún enlace suelto, un curso, o una noticia, salvo que realmente tenga algo que decir sobre ellos). Procuraré, por tanto, que blog y página de Facebook sean complementarios. Quedas invitado, si quieres echarle un vistazo.



P.D.2: notarás que, en el lateral de la página (aunque en pequeño) aparece un link llamado “Calendario de eventos criminológicos”. Se trata de un calendario online compartido por el SIEC (Sociedad Interuniversitaria de Estudiantes de Criminología), en el cual aparecen algunos eventos relacionados con la criminología y la psicología criminal (cursos, ponencias, jornadas, etc.). Échale un vistazo, que creo que merece la pena. Por cierto, existe la opción de que, si encuentras un curso que no aparece ahí, se lo mandes a los chicos del SIEC para que lo añadan al calendario. Así que… ¡echemos una mano, que no cuesta nada!

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